Como un artesano que talla con paciencia su próxima obra, fui tomando mi martillo y cincel para eliminar cada una de las creencias, miedos y condicionamientos que me llevaron a recorrer un camino que no era el mío. Había creado una personalidad en la cual no me reconocía, tratando de cumplir con lo que creía se esperaba de mí y de encajar en un molde que no era mío. Tuve que ir desarmando esa versión que había creado, a cuestionarme cuál era mi verdadero camino e ir descartando todo eso que no venía desde un lugar auténtico y real dentro de mí.
¿Y si toda esta experiencia se trata un poco de eso? De aprender a desarmar y deshacer partes de nosotros mismos que no responden a nuestra verdad más profunda. Desaprender formas y creencias adquiridas que restringen y limitan la manifestación de nuestro potencial aquí en la tierra.
Pero siempre está el libre albedrío y la voluntad, valores claves en este viaje del SER.
Podemos limitarnos a crear una bonita réplica de una obra ya existente, recorriendo caminos que ya fueron andados; o podemos despertar a ese artista interior que tiene en sus manos el potencial de crear con su vida su más original obra de arte.
